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Las redes sociales se han convertido en las fuentes de información predominantes del siglo XXI, tanto odontólogos y pacientes suelen acudir a dichos medios ya sea para emitir opiniones, compartir experiencias o buscar información especializada sobre algún tratamiento o medicamento en particular. A medida que los contenidos y datos disponibles en la red van en aumento, también crece el riesgo de que estos no sean debidamente verificados y con ello se induzca paradójicamente a la desinformación del lector.

Ahora más que nunca abunda la venta y promoción en línea de los llamados productos milagro que se anuncian como panaceas que lo curan todo y no causan reacciones adversas, no olvidemos añadir a la lista a los medicamentos falsificados, insumos apócrifos disfrazados para ser iguales en apariencia al original pero que se ofrecen al público a un precio menor. En ambos casos el riesgo es grave, un usuario mal informado puede caer en la trampa y sufrir afectaciones a la salud. Al reflexionar sobre la enorme importancia que tiene la información en nuestras vidas, especialmente para nuestra salud, no cabe más que resaltar la necesidad de fortalecer la farmacovigilancia, la cual tiene como objetivo “la detección, evaluación, comprensión y prevención de los eventos adversos, las sospechas de reacciones adversas, las reacciones adversas, los eventos supuestamente atribuibles a la vacunación o inmunización, o cualquier otro problema de seguridad relacionado con el uso de los medicamentos y vacunas”.

Mediante estas actividades es posible conocer a fondo la seguridad real de los medicamentos ya que no todos los efectos nocivos de estos son detectados en los ensayos clínicos por los que tienen que pasar antes de recibir la autorización de una agencia reguladora. Esto se aprendió a partir de los eventos trágicos como el de la talidomida, un sedante que en 1957 se comenzó a vender como remedio eficaz y seguro para los vómitos y el malestar matutino en las embarazadas. En 1961 la OMS prohibió su venta, no fueron las mujeres que lo consumieron quienes sufrieron las reacciones adversas, sino sus hijos. Se estima que alrededor de 15 000 niños nacieron con malformaciones en las extremidades, condición conocida como focomelia. Como consecuencia de este suceso, en 1968 surgió el programa internacional de vigilancia farmacéutica (WHO Pilot Research Project for International Drug Monitoring), y es hasta 1995 que México se integra a este esfuerzo a través del Programa Permanente de Farmacovigilancia.

La farmacovigilancia también debe figurar en la práctica dental, es un escenario común que el odontólogo al presenciar una reacción adversa o la falta de eficacia de por ejemplo, un anestésico local, desconozca los mecanismos que establece la ley para reportar debidamente estos eventos y en su lugar acuda solamente a foros y redes sociales, lugares que sin duda pueden ser sumamente enriquecedores pero que a manos de usuarios no conocedores o mal intencionados dan origen a rumores infundados o exagerados y que al ser de naturaleza anecdótica carecen de validez. Es necesario que además la información llegue a los expertos en farmacovigilancia quienes tienen la tarea de investigar y evaluar posibles señales y con ello determinar a partir de la evidencia científica si existe un riesgo con el medicamento en cuestión. En México existe la Norma Oficial Mexicana NOM-220- SSA1-2016, Instalación y operación de la farmacovigilancia, esta es de observancia obligatoria y establece que los profesionales de la salud deberán llevar a cabo “la recepción, registro y notificación de reportes de casos de sospechas de reacción adversa, reacciones adversas, eventos adversos, eventos supuestamente atribuibles a la vacunación o inmunización, o cualquier otro problema de seguridad relacionado con el uso de los medicamentos y vacunas, a la Unidad de Farmacovigilancia y al Centro Nacional de Farmacovigilancia”. Siendo esta la mejor vía para que las autoridades y fabricantes puedan tomar acciones y medidas de seguridad sobre los medicamentos que representen un riesgo a los pacientes.

Por lo anterior, Laboratorios Zeyco, S.A. de C.V. cuenta con una Unidad de Farmacovigilancia, la cual tiene a disposición los siguientes medios de contacto:
Correo electrónico: fa***************@*******om.mx
Teléfono: +52 01 33 3208 2655
Página web: https://zeyco.com/farmacovigilancia/
Así, colaborar con una notificación contribuye a que los medicamentos sean más seguros para todos.

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