y esto lo trae a la memoria porque desde el principio sabía que su vocación estaba en la cirugía. Y aunque quería pasar lo más rápido posible esas asignaturas “desagradables”, ese consejo de su maestro le hizo caer en cuenta que un profesionista real debe hacer de todo y posteriormente especializarse.
El periodo del servicio social transcurrió para él en el ISSSTE, Valentín Gómez Farías, donde cumplió el plazo de dos años, pero su jefa, la Dra. Takasita, vio en él grandes actitudes y le permitió estar un año extra, apoyando el servicio de cirugía.
El momento de la anhelada especialización había llegado. En la Universidad de Guadalajara y bajo la tutela del Dr. Dueñas se abrió la especialidad de cirugía maxilofacial, sin embargo, cuestiones de cupo reducido le impidieron ingresar a la misma. Posteriormente realizó la especialidad en Cirugía oral en la Universidad de Guadalajara. Su perseverancia le permitió no rendirse y después de acudir a una conferencia con el Dr. Adalberto Mozqueda tuvo como revelación que su pasión por la cirugía podría venir de la mano con la patología y así, con su compañera de licenciatura y de la especialidad en Cirugía Oral, la Dra. Cecy Contreras y su compañera del posgrado en Cirugía oral Lorena Moreno, se fueron a patología, mudándose al Distrito Federal. Una ciudad nueva era sin duda un gran reto y una experiencia un tanto agridulce, pero su empeño y dedicación le compensarían los esfuerzos, debido a que ganó la Medalla al Mérito Académico, por obtener el mejor promedio de la generación de Patología Bucal.
De regreso en Guadalajara, quien fue su maestra de la materia en Patología Bucal, la Dra. Delia Martínez, le ofrece el reto de dar la materia en Patología General y Bucal en la licenciatura en Odontología en la Universidad Lamar, ahí es donde se desencadenó su pasión y gusto por la docencia.
Posteriormente, el Dr. José Velasco lo invita a regresar a su alma máter en el área de posgrados como maestro durante 10 años. Después también daría clases en laº Universidad Cuauhtémoc.
Además de la docencia, el campo práctico de la cirugía siempre fue un aliciente en su carrera: le inspiraba y apasionaba. Por ello, tuvo la fortuna de ser promovido para laborar en el hospital Zoquipan, y aunque era un trabajo no remunerado, la experiencia la describe como la mejor paga. Este hecho si bien fue una fortuna para él, aconteció por el inesperado fallecimiento del odontólogo de planta. Sin embargo, su trabajo en el hospital no estaba amparado por un título oficial, aunado a la burocracia y el manejo de las plazas en la institución, le impidieron continuar desenvolviendo esa tarea.