Esta, posiblemente, es la interrogante que más ocupa a los dentistas desde que la pandemia por COVID-19 se extendió por todo el mundo.
Aunque ya es bien sabido que el equipo de protección personal es una de las principales medidas para evitar un contagio, no debemos dejar de lado a otras que también pueden ser de gran utilidad en la práctica odontológica, tal es el caso del uso de enjuagues bucales. (1)
Conocemos que una de las principales vías de transmisión del SARS-CoV-2 es a través del contacto con pequeñas gotas y partículas respiratorias expulsadas por una persona infectada al toser, estornudar o inclusive al hablar. Por consiguiente, en un ambiente de atención odontológica donde se trabaja en la cavidad oral del paciente y se efectúan distintos procedimientos que generan un mayor riesgo de exposición a la saliva, es donde se debe prestar especial atención, ya que el uso de un enjuague bucal puede ser determinante para reducir la carga viral y por lo tanto el riesgo de contagio. (2) (3)
En este sentido, en diversas publicaciones clínicas se ha sugerido que el uso de enjuagues bucales puede ser un excelente aliado para reducir la transmisión del SARS-CoV-2 y otros virus en la saliva. Sin embargo, vale la pena hacer un análisis más a fondo de esta recomendación y tomar en cuenta que no todos los enjuagues bucales disponibles en el mercado fueron creados igual, es decir, no tienen los mismos ingredientes activos, por ende, se vuelve indispensable la necesidad de conocer cuál es el efecto de estos sobre el coronavirus y así tomar la mejor elección. (4) (5) (6)
Este tema fue el origen para un estudio publicado en la revista Healthcare titulado “Virucidal Activity of Different Mouthwashes Using a Novel Biochemical Assay”, en español, “La actividad viricida de diferentes enjuagues bucales mediante un nuevo ensayo bioquímico”. En dicho texto coordinado por Héctor J. Rodríguez Casanovas de España también participaron Manuel de la Rosa, de la Universidad AME en México, Yesit Bello-Lemus, de la Universidad Simón Bolívar en Colombia y Giulio Rasperini, de la Universidad de Milán en Italia y la Universidad de Michigan en Estados Unidos. (7)
En el estudio desarrollado in vitro, se comparó la capacidad de distintos enjuagues bucales para inactivar al virus SARS-CoV-2 en muestras obtenidas de hisopados nasofaríngeos. Las soluciones usadas corresponden a las formulaciones más comunes disponibles en el mercado y fueron: yodopovidona (8 mg); D-limoneno, un terpeno extraído de la cáscara de los cítricos (0.3%); cloruro de cetilpiridinio (CPC) (0.1%); gluconato de clorhexidina (CHX) (10%); una fórmula que contiene CPC (0.12%) y CHX (0.05%); un fórmula que contiene aceites esenciales; otra que contiene CPC (0.07%); una más compuesta de D-limoneno (0.2%) y CPC (0.05%); una solución que contiene fluoruro de sodio (0.05%) y CPC (0.075%); otra con CHX (0.12%), y una fórmula a base de CHX (0.2%). Además de estas soluciones también se usó una de tipo control, es decir, sin ingrediente activo.
Tras la exposición de las muestras positivas de virus a cada uno de los enjuagues, los autores encontraron que, si bien varias soluciones mostraron actividad antiviral en mayor o menor medida, ninguna fue tan efectiva como la solución con D-limoneno (0.2 %) y CPC (0.05 %). ¡La reducción de la carga viral fue mayor a 99.99% (o de 6 logaritmos)!
Como lo señalan los autores del estudio, aún es necesario evaluar la capacidad viricida de los enjuagues en condiciones in vivo, sin embargo, dentro de las limitaciones propias del estudio, todos los resultados colocan a la solución con D-limoneno (0.2 %) y CPC (0.05 %), comercializada como Xyntrus®, con una fuerte ventaja respecto al resto de los enjuagues bucales.
Cabe mencionar que, además de considerar la efectividad viricida, se debe tener en cuenta los efectos no deseados de cada enjuague. Por ejemplo, se ha observado decoloración en los materiales restaurativos tras el uso de enjuagues que contienen alguno de los siguientes ingredientes: yodopovidona, gluconato de clorhexidina e hipoclorito de sodio. Por otra parte, los enjuagues con peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) son altamente reactivos y pueden dañar tejido blando y duro si se usan por tiempo prolongado. Aquellos formulados a base de flúor han sido asociados a alteraciones de la mucosa oral (ulceraciones) y dentales (decoloración). En este aspecto, la solución con D-limoneno (0.2%) y CPC (0.05%) sigue manteniendo ventaja debido a un perfil de seguridad más favorable. (8) (9) (10) (11) (12)
Dando respuesta a la pregunta inicial, y con base a la evidencia disponible, se puede decir que una de las mejores recomendaciones para reducir el riesgo de infección con SARS-CoV-2 en el consultorio dental, es establecer un protocolo en el que todos los pacientes, previamente a ser intervenidos, hagan uso de enjuague bucal con D-limoneno (0.2%) y CPC (0.05%).