Lorena Hurtado Caceres nació el 9 de febrero de 1963 en El Salvador, curiosamente el día que celebramos en nuestro país al odontólogo. Nacer en la nación más pequeña de América, conocida por propios y extraños como el “pulgarcito” por su tamaño, mas no por la gran cantidad de habitantes, que es sin lugar a dudas desproporcional a las dimensiones territoriales, condiciones que no obstante te permiten gozar de la belleza de El Salvador, donde al mismo tiempo puedes admirar sus montañas y gozar de sus maravillosas playas en El Caribe. En este hermoso lugar vivió su infancia y principios de juventud hasta los 18 años.
Al ser hija única de un matrimonio conformado por un padre dedicado al cultivo del café y su mamá al hogar, gozó de una familia muy cálida y cariñosa, sus compañeros de juegos fueron sus primos. En sus recuerdos está plasmada la imagen de su madre como el centro de las reuniones familiares, ya que era su casa el punto de coincidencia. Que su círculo estuviera ligado al café le permitió conocer todo el proceso, desde la siembra hasta el cultivo y recolección; atesora con cariño los recuerdos de jugar y correr entre los campos de café.
A los 18 años, pensando en las mejores oportunidades para una educación y dado que su país atravesaba por conflictos y crisis fuertes derivadas de la guerrilla (situación que se mantuvo 12 años), la difícil decisión de migrar fue tomada e ingresó a la Universidad Autónoma de Guadalajara, en 1981. Al llegar a esa ciudad en enero de ese mismo año, sin conocer a nadie, con el miedo de la incertidumbre de abandonar su patria, familia, cultura y costumbres, afortunadamente de la mano de un primo que estaba por terminar medicina en la misma escuela, logró ampararse un poco y salir adelante, pero sin duda, su valentía, entereza y ganas de superarse y ser un orgullo para sus padres, la impulsó a tomar el gran reto.
DURANTE LA CARRERA
El reto de estar sola en un país ajeno lo ve como un gran escalón en su vida y un parteaguas donde se demostró a sí misma lo que era capaz de conseguir. Poco a poco sus compañeros extranjeros se convirtieron en su segunda familia, haciendo la estadía más llevadera y ese intercambio cultural lo describe como una época maravillosa de mucho aprendizaje.
El porqué estudiar Odontología fue meramente circunstancial; cuando niña recibió un tratamiento de ortodoncia y se enamoró del proceso vivido, ya que ningún familiar era dentista, sin duda fue un reto al “picar piedra” en una profesión que conocía de manera muy superficial, únicamente como paciente.
En la carrera universitaria gozó de excelente formación académica, la práctica dentro y fuera de la universidad le hizo apasionarse por la Odontología de formas que no se imaginaba, al punto de sentirse dichosa en las brigadas donde ofrecían atención dental en la periferia de la ciudad de Guadalajara, el acercarse a la gente y ayudarles fue elemental para sentirse muy comprometida con su profesión.
ESPECIALIZACIÓN
Las brigadas y atención al paciente despertaron en la Dra. Lorena un gran interés por la pediatría; el saber que la atención temprana en el paciente dental puede beneficiar mucho su salud, además de que en su formación profesional comenzó trabajando con un odontopediatra, así se fue formando ese camino de a poco.
Una vez terminado el servicio social y presentado el examen profesional, decidió mudarse a la Ciudad de México e ingresar a la División de Estudios de Posgrado de la UNAM, obteniendo un privilegiado lugar, dado que son muy cotizadas esas posiciones por el gran número de aspirantes.
Al mudarse a la capital, la Dra. Lorena ya estaba casada, pues al final de su carrera conoció a su esposo, quien era pasante de cirugía y pudo obtener su residencia en Cirugía Maxilofacial en el ISSSTE. “Nuestro plan entonces fue mudarnos juntos”, cuenta la doctora.
Durante la especialidad tuvo la fortuna de estar con un coordinador y maestro maravilloso, el Dr. Ángel Kameta Takizawa, quien hizo de su formación algo realmente maravilloso porque transmitió su pasión y entrega por la salud oral de los niños y adolescentes. En palabras de la Dra. Lorena:
”Aprendí que el trabajar con niños es difícil a veces, pero ellos me enseñaron lo que es la nobleza de corazón, aprendes a lidiar con el miedo que ellos sienten y te involucras con ellos generando una relación a largo plazo.
En el transcurso de la especialidad pudo darse cuenta que necesitaba estudiar más; conforme los pacientes crecían demandaban otro tipo de tratamientos, como ortodoncia interceptiva y correctiva. Además, con un esposo cirujano maxilofacial, quien empezó a requerir una colega con una preparación en ortodoncia para poder trabajar a sus pacientes quirúrgicos, razón por la cual toma la decisión de realizar la especialidad en ortodoncia 12 años después de haber hecho odontopediatría.
OTRO GRAN RETO, EN PRO DE LA VOCACIÓN
En ese entonces ya tenía su familia formada con dos hijos y una consulta ya establecida, sin embargo, empieza la aventura en la especialidad de ortodoncia en la AOEMI. A partir de ahí su práctica profesional sigue tanto la parte de odontopediatría como la de ortopedia dentofacial, la cual en su experiencia es fascinante porque puedes redireccionar el crecimiento del paciente, intercepta las maloclusiones en etapas tempranas y acompaña al individuo en toda su etapa de desarrollo. A la par, su consulta dio un giro hacia la ortodoncia ligada a la cirugía, en lo que se refiere a cirugía ortognática y ortodoncia, ahora con un equipo de colegas/familia, puesto que su esposo e hijo son cirujanos maxilofaciales. La práctica va muy orientada al manejo combinado de deformidades y problemas dentofaciales con un abordaje multidisciplinario.
Como anécdota, la Dra. Lorena nos comparte la siguiente memoria:
”Recuerdo que cuando hice mi especialidad, mi coordinador, el Dr. Kameta, me invitó a participar en el primer congreso de alumnos de posgrado de la UNAM y yo jamás había participado en algo así, y claro que me daba pavor, pero me animó, me dijo que era poca gente y que sí podía. Mi sorpresa va siendo que era un auditorio inmenso y me quería morir del susto; lo curioso de esto fue que de ahí me nació el gusto por la docencia, a la cual me dedico desde hace 31 años motivada por mi gran maestro.
¿Cuál es la favorita?
Con el privilegio de tener dos especialidades, cabe la pregunta de cuál prefiere, sin embargo, para la Dra. Hurtado la respuesta es compleja, ya que en sus palabras menciona:
“Para mí ambas especialidades son realmente fascinantes y muy satisfactorias ya que en el ámbito de la odontopediatría es muy reconfortante el poder trabajar con pacientes desde edades muy tempranas y cambiar la percepción y el miedo hacia el dentista, así como también poder redireccionar su crecimiento cuando se presentan maloclusiones tempranas, poder modificar patrones de crecimiento nocivos, acompañar el crecimiento y desarrollo de la dentición es muy motivador. La ortodoncia en primera instancia es un complemento para mí, y me permite poder concluir los tratamientos interceptivos, y además, en la parte de ortodoncia propiamente dicha, el trabajar en la corrección es un reto diario y un compromiso de preparación y actualización constante.”
¿QUÉ FORTALEZAS DEBE DE TENER EL ODONTÓLOGO EN DICHAS ESPECIALIDADES?
La doctora Lorena nos comenta que para ella la odontopediatría va muy dirigida a ese carisma que se requiere para trabajar con niños, ser calmos pero firmes al mismo tiempo, y el gusto especial por el manejo de pacientes dinámicos que van cambiando continuamente, tanto en su personalidad como en su dentición; y en ortodoncia, de igual manera, compromiso y responsabilidad, si se hace un mal diagnóstico, esto conlleva a un mal tratamiento y los efectos son irreversibles; por lo tanto, ambas especialidades requieren de voluntad, ganas de trabajar y sobre todo pasión por lo que se hace.
¿A QUÉ RETOS SE ENFRENTA EL ODONTÓLOGO?
La Dra. Hurtado piensa que tanto en ortodoncia como en odontopediatría el reto es la responsabilidad que se tiene ante los pacientes de ofrecer tratamientos bien fundamentados y acordes a la realidad de cada uno, y el estar debidamente preparados y actualizados, ya que hoy en día el paciente tiene acceso a mucha información tanto en las redes sociales como en Internet, así como perspectiva respecto a los procedimientos que se le realizarán, esto obliga al clínico a estar bien preparado y certero de lo que hará.
LOGROS ACADÉMICOS, PERSONALES O FAMILIARES
Enlistados por la misma Dra. Hurtado, los expresa de esta manera:
"
Yo creo que el mayor logro de mi vida es tener una familia maravillosa, con un esposo, el Dr. Alberto Gil Cueva, que toda la vida me ha apoyado en todo lo que he querido hacer de manera profesional y ha sido un compañero, un socio y un amigo incondicional para mí; mis dos hijos, Mauricio Gil Hurtado, quien es cirujano maxilofacial también, y Eduardo Gil Hurtado, actualmente residente de cirugía general, son mis más grandes satisfacciones en la vida y un gran logro verlos realizados… Y en el ámbito profesional, creo que mi mayor tesoro es hacer lo que me gusta, disfruto tanto la docencia como mi práctica clínica, a la que estoy dedicada al 100% y son mis grandes pasiones. El disfrutar y amar lo que haces no tiene precio… es un regalo y una bendición de Dios.
¡y es maravilloso!
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Por su contexto como docente, nos atrevemos a agregar un logro más: ser parte de la formación de nuevos especialistas en Odontología que toman su ejemplo para ser profesionistas éticos, preparados y comprometidos con la Estomatología.
CONSEJO A LAS FUTURAS GENERACIONES
“Yo les recomiendo que la educación y preparación continua son vitales en nuestra profesión y en todas, que no podemos quedarnos con lo aprendido en las aulas, ni en una zona de confort cuando ya ejercemos, la actualización y la educación continua deben de ser una constante en nuestra vida profesional, para poder ofrecer a nuestros pacientes tratamientos de calidad y de vanguardia.”