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Laurie Ann Ximenez-Fyvie nació en la ciudad de Guadalajara. Sus padres, músicos de profesión, forjaron a los miembros de su familia con valores morales muy fuertes, entre ellos la responsabilidad social, la disciplina y la generosidad. Su infancia, con el trabajo de su padre como director de orquesta, en sus palabras, es descrita como una etapa maravillosa en su vida. Su madre, estadounidense con raíces irlandesas y escocesas, fue completamente amorosa y cercana a sus hijos, y su padre, veracruzano con raíces indígenas, le enseñaron a amar el arte y sobre todo a amar a quienes hacen arte, las personas.

Curiosamente los hijos de este matrimonio de músicos decidieron desenvolverse en áreas muy distintas a la música, la mayoría en ciencias de la salud, tanto sus hermanos mayores (cinco del primer matrimonio de su padre) como los otros dos donde ella es la penúltima se concentraron en hacer carrera en Medicina, Odontología, Arquitectura, etc. y tomaron la música como hobby. Como anécdota comenta que en su niñez ella deseaba ser cantante de ópera. Pero fue en esa misma etapa donde los constantes viajes a Cuidad de México por el trabajo de su padre la acercaron a su modelo a seguir, su hermana Fátima, quien, al ser odontóloga, sin duda fue su principal inspiración y desde los doce años decidió que esta sería su profesión. Singularmente, al asistir a su hermana en el consultorio dental, descartó sus otras opciones que eran medicina y veterinaria, pues lo ecuestre siempre lo sintió muy cercano por naturalidad.

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AÑOS DE ESTUDIO

Por el trabajo de su padre, donde tenía continuas giras trabajando con la orquesta, la educación de Laurie fue en colegios privados, la disciplina que traía de casa fue la piedra angular en su formación académica que nunca le costó trabajo. Fue en parte su amor al estudio lo que le permitió que su paso fuera sencillo, el único problema o inquietud en su vida escolar es que al convivir con el mismo círculo le generaba cierto desaliento, desde ahí se dio cuenta que buscaba diversidad en su vida.  

Cuando ingresó a la universidad, al entrar a una escuela privada comprendió que no obtendría esa anhelada diversidad. Abandonó el inicio del segundo semestre de la carrera, sin avisar a sus padres, se dio de baja y decidió hacer el examen de admisión a la UNAM, incluso perdiendo la oportunidad de revalidar las materias. La necesidad de ampliar el panorama fue cubierta al obtener su ingreso. Esta experiencia de estudiar ahí le permitió vivir y convivir con distintos grupos sociales, por ideología, clases sociales, por religión, política, etc. Pese a los comentarios negativos que llegaron a sus oídos, la pasión por el estudio le permitió gozar de una experiencia universitaria completamente gratificante. En sus palabras: “Ahí logré ser yo, y logré ser feliz”. Gozar de cierto anonimato le permitió enfocarse en sus intereses y desarrollarse para por fin vivir su independencia.

Ahora con veintisiete años como profesora en la UNAM, destaca y reconoce las mejoras e innovaciones que la institución ha conseguido y que son superiores a otras escuelas, debido a que ofrece al alumno excelentes oportunidades, sobre todo en la práctica clínica y siempre va a reconocer que la gratitud de los pacientes es el mejor pago.  

El talento, la dedicación y el esfuerzo generaron oportunidades, las cuales debieron enfrentarse sin miedo. Terminando el pregrado, la Dra. Laurie iba enfocada a estudiar la especialidad en endodoncia, pero se presentó lo que reconoce como una “epifanía”. Al presentar su proyecto de tesis, durante su servicio social, decidió que su trabajo de investigación sería un protocolo que requeriría visitas a los laboratorios de medicina experimental, cuando se ponía la bata e ingresaba sintió un profundo llamado vocacional: la investigación. Consiguió su primera publicación en el año de 1996. Dicho protocolo de tesis logró exponerlo en congresos. En ese momento entendió que su siguiente paso no sería la especialidad, y decidió abandonarla en el segundo semestre; sus intereses irían hacia un posgrado en investigación. Trabajando en el Departamento de Investigación en Odontología bajo la mentoría del Dr. Barnet M. Levy (reconocido Patólogo) quien estaba como profesor invitado en la UNAM, él al reconocer el amor por la investigación de la Dra. Laurie le ofreció una oportunidad de oro con el peso de un enorme reto. Con frases como “vete de aquí, los planes de estudio son tiempos muertos, en el extranjero podrás especializarte mejor”. 

Así la Dra. apostó por esta aventura, dejando atrás inseguridades y miedos, comenzó los trámites en California, Texas y Boston. Acudió a la entrevista en Boston en la Universidad de Harvard, conociendo la escuela, la inmensidad de los edificios y lo abrumador que es el nombre de dicha institución, acudió con el comité de admisiones y creyendo haber cometido todos los errores posibles, su sorpresa no fue menos que inmensa cuando a los quince días recibió su carta de aceptación para estudiar en tan distinguida universidad. Dándose el lujo de rechazar a las otras dos escuelas; fue a despedirse de sus maestros en la especialidad y continuó con los trámites de beca en el extranjero.

EXPERIENCIA EN HARVARD

La Dra. Laurie siempre reconocerá que en la UNAM se otorgan excelentes apoyos que son ofrecidos a estudiantes que demuestran hambre de conocimiento y talento para lograrlo. Obteniendo la beca pudo irse a Boston, donde estuvo cinco años preparándose, al tener la Maestría en Salud Pública, que hace tronco común con Medicina al segundo año, le brindó la oportunidad de continuar y lograr el Doctorado, cuestión que no quiso desaprovechar.  

El sacrificio de estudiar en el extranjero conlleva no solo factores económicos, sino emocionales, y la salud física y mental llega a verse comprometida con los niveles de estrés que se alcanzan al querer lograr resultados. Era común pensar que si la UNAM, sus familiares y amigos habían confiado en ella, no podría desperdiciar esa oportunidad, así que su enfoque fue cien por ciento el estudio. Llegó a enfermarse de gravedad durante el examen de candidatura, pero su empeño y coraje le permitieron salir adelante y continuar con su proyecto soñado. 

Si en la UNAM había encontrado la anhelada diversidad humana, en Harvard fue una experiencia casi interestelar, pues el conocer compañeros de todo el mundo cuyo enfoque era estudiar, investigar, conocer y resolver problemáticas de salud, sin duda le hicieron pensar que todo el esfuerzo había valido la pena.  

¿CÓMO LOGRÓ MANEJAR EL ESTRÉS?

Muchos no podemos imaginar lo difícil que debió ser conseguir lo que la Dra. Laurie obtuvo en Boston, cómo no sucumbió al estrés y regresó a casa, textualmente ella comenta:

Cuando estaba realmente enferma, me pregunté ¿por qué hago esto? Ni el qué dirán, ni las críticas, ni el orgullo pesaron tanto como cuando entendí que era porque investigar es lo que amo

Como regalo de vida, Harvard le permitió tener línea directa con grandes investigadores, ellos —quienes fueron sus mentores— habían sido alumnos de eminencias internacionales. Por ejemplo, el caso puntual del Dr. Socransky, quien estudió con el Dr. McDonald (quien desarrolló investigaciones de microbiología bucal y caries) y a su vez fue alumno del Dr. Rasberry (microbiólogo enfocado en la flora endógena del hombre) cuyo maestro fue Louis Pasteur. Esto sin duda resalta enormemente cualquier currículum académico.  

ODONTOLOGÍA EN MÉXICO

Muchos cuestionaron el regreso de la Dra. Laurie a México, como ejemplo de gran peso, su mentor en Harvard, el Dr. Socransky, le ofreció quedarse como jefa del laboratorio, seguir sus pasos, continuar con su legado, con su institución y sus parámetros a fin de desarrollar su carrera en ese lugar, brindando ensayos clínicos para Big Pharmas, una oportunidad única; sin embargo, la doctora tenía razones muy poderosas para volver.  

En primer lugar, gratitud, estaba moralmente comprometida a devolver a la UNAM el haberle otorgado esa beca, y no mediante el dinero, sino pagar con su experiencia y conocimiento, compartiéndolo en las aulas y en el laboratorio.  

En segundo lugar, su familia, el hecho de regresar le permitió compartir los últimos momentos de vida con su amado padre, cosa que siempre agradecerá pues son oportunidades muy valiosas. 

Aunque se piense que perdió un gran proyecto de vida, no es así. En la UNAM pudo fundar el Laboratorio de Genética Molecular, explorando campos de la investigación en total libertad, bajo sus lineamientos y reglas personales. 

EN LA ACTUALIDAD

Nos gustaría reconocer en la Dra. Laurie su ejemplo de lucha, compromiso, carácter, talento y actitud positiva, sin duda ha enfrentado situaciones que no nos deja menos que un sentimiento de profunda admiración hacia su persona, vida y carrera. En el 2012 fue diagnosticada con esclerosis múltiple con un pronóstico de dos años de vida. Por tal motivo decidió disminuir un poco el ritmo de trabajo, pero a una mujer con la proyección y el entusiasmo por el conocimiento es muy difícil poner un alto.  

Con la pandemia no fue la excepción. Para una microbióloga con su pasión, era imposible no seguir el desarrollo de la enfermedad a nivel global, tratar de estudiar el tema, reconocer sus causas, efectos y desafortunadamente toparse con los malos manejos de la administración gubernamental en este tema de Salud Pública. 

Su forma de levantar la voz fue a través del libro

Un daño irreparable: La criminal gestión de la pademia en México

lo que inició como una crítica que buscaba abrir los ojos de la sociedad, le ha llevado a herir ideologías frágiles y ser blanco de críticas y desestimaciones a su profesión, su trabajo y su persona. Pero el querer hacer un bien social y sus valores morales no le han permitido rendirse. Hoy por hoy, en colaboración con científicos, médicos y especialistas maneja las redes sociales de un proyecto titulado SALVEMOS CON CIENCIA, donde el principal objetivo es no abandonar a la sociedad en esta pandemia. Ahí desarrollan foros, entrevistas y ofrecen información del coronavirus y todo lo que implica.  

Destaca también el desarrollo de un Protocolo de Manejo del Paciente de Manera Ambulatoria, con el que logró la atención de pacientes enfermos de COVID-19 (2,000 pacientes hasta ahora) cuya tasa de letalidad es muy parecida a las cifras que reporta Nueva Zelanda. Este grupo se conforma por 47 voluntarios, que no buscan continuar con la crítica y caer en el juego de discusiones, el objetivo es ser proactivos, propositivos y salvar vidas.  

CONSEJO A LAS FUTURAS GENERACIONES

“Me gustaría primero recordarles que la Odontología puede ejercerse en tres rubros principalmente: en la clínica o consultorio, en una universidad como académico y en un laboratorio como investigador. Busca conocer todos los campos y encuentra en cual te puedes desarrollar mejor, y da siempre lo mejor de ti, por tu familia, por tu orgullo universitario, pero lo más importante, por amor a ti. Y un consejo adicional al gremio odontológico, ser dentista es ser médico, un médico especializado en una zona del cuerpo humano pero, así como cualquier especialista en medicina, tenemos la oportunidad de prepararnos día a día para los retos del presente y el futuro. Defender al gremio con orgullo es algo que no debe perderse y como comunidad odontológica siempre buscar hacernos oír si es por el bien común y la salud de los ciudadanos de nuestro país.”

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